Cama

Lo entiendo; a pesar de que acordamos que solo sería sexo, sé que te preguntas el por qué, después de terminar siempre me siento a la orilla de la cama y no duermo ni un momento a tú lado.

Te puedo asegurar que no es nada malo sobre ti; hueles bien, casi no roncas, y tus pies no son tan fríos como tanto me has insistido. La verdad es que he dejado de soñar, ya no sucede, ya no lo busco, y aunque creo añorarlo algunas veces, he olvidado lo que se siente desear algo y soñarlo. Entonces, ¿para qué dormir? ¿Para qué cerrar los ojos y tener vacíos pensamientos cuando no creo en nada que merezca ser soñado?

Y sí, recuerdo que me has dicho que tú también has perdido la esperanza y careces de ilusiones y es por eso que buscamos solamente atender los deseos de nuestros cuerpos. Pero al verte a los ojos y escuchar tú petición, sé que eso no es real, aún tú buscas redención y cumplir con ese sueño que por falta de valor abandonaste y que ahora te lastima cada día de tu vida.

Sé que mañana o en algunos días más no estarás más a mi lado, te habrás marchado al mirar que no sueño ni espero nada más, que conmigo no tendrás ese perdón que le debes a tú alma cuando te rogó que la escucharas. Yo por mi parte extrañaré estas noches de pasión y de buen sexo, por lo menos en lo que consigo algo de dinero, o encuentro en la barra de algún bar a otra mujer como tú.

Gabriel Soberanis

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